Si algo caracteriza, o debe caracterizar, la competición deportiva, eso es partir en condiciones de igualdad. A nadie se le ocurre, por ejemplo, que un equipo de alevines compita contra otro de juveniles…
Sin embargo, eso es lo que sucede en la Liga BBVA. Hay un club todopoderoso que cada año confecciona su equipo a golpe de talonario: contrata a los jugadores que quiere entre los mejores del mundo, así como a los entrenadores y todo aquello que sea comprable.
Inmediatamente le sigue el F.C. Barcelona que, si no hace lo mismo, se le parece.
Y aquí acaba la lucha por la Liga. El resto de equipos, sobre todo los más humildes, no tienen otro recurso que su esfuerzo y su trabajo. Esta es ‘la segunda Liga’ de la Primera División española.
Es cierto que esta temporada el Atlético de Madrid se les ha cruzado en el camino. Gran noticia para el fútbol. Pero aparte de sus propios seguidores, ni yendo líderes tan cerca del final del campeonato, nadie apuesta por ellos… Ojalá ganen la Liga y den una lección al mundo entero. Lo del Atlético tiene un mérito enorme.
Al resto de equipos solo nos queda luchar por una buena plaza o incluso la permanencia. Esta ‘otra Liga’ sí que es competida.
Yo soy seguidor de un club diferente: el Athletic Club. Esta temporada se cumplen diez años desde que ganamos la última Liga. Nuestra filosofía deportiva es peculiar, y no pretendo que sea compartida por nadie. En modo alguno obedece a que nos creamos superiores, como el humor tradicional adjudica a los bilbaínos… De hecho, reconozco que no se me ocurre ninguna solución realista al problema que señalo.
Solo quiero decir que, en los tiempos que corren, cada club es campeón a su manera: si el Real Madrid no gana la Liga, será una derrota de estrépito, puesto que son los más ricos. Si, después del Real Madrid, no lo hace el F.C. Barcelona, ídem de lo mismo. Y a partir de aquí es donde de verdad comienzan los heroísmos: si la ganase cualquier otro club, eso sí que tendría mérito. Cualquier puesto desde el tercero equivale a ganar el Campeonato para el resto. Mantenerse en la Primera División es ser campeones para la mayoría.
Iñaki Aldaba, Erandio
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