La posibilidad de combinaciones de movimientos en el ajedrez hace del mismo un juego apasionante. El factor humano de los dos contrincantes resulta igualmente clave. Pero nunca se ha dado que, como sucede con algunos encuentros de fútbol, una partida de ajedrez sea seguida por televisión por cientos de millones de personas.
Si el factor humano, como decimos, es clave en el ajedrez, muchísimo más lo es en el fútbol: ¿Cuál es el estado de ánimo y la motivación de cada jugador y de los técnicos en cada momento? ¿En dónde está su pensamiento en el instante más importante? ¿Cuáles son sus intereses conscientes e incluso inconscientes? ¿Cómo influye todo aquello que sucede dentro de los vestuarios y de los clubes y que los aficionados nunca conocemos?
Las variables aparentemente extradeportivas suelen decidirlo casi todo en la mayoría de las ocasiones.
Revisemos la historia reciente del Barça y resumámosla en tres preguntas nunca creíblemente respondidas:
1.- ¿Por qué decidió Guardiola, el mejor entrenador del mundo, abandonar al mejor equipo del mundo?
2.- ¿Por qué decidió Thiago, el centrocampista con más futuro, abandonar al mejor equipo del mundo?
3.- ¿Por qué decidió Valdés, el portero en mejor forma del mundo, abandonar al mejor equipo del mundo?
Ahora que la crisis es manifiesta (no se ha conseguido lo que se esperaba), estas preguntas siguen sin respuesta. Si hubiesen llegado nuevos éxitos ni siquiera nos las haríamos. Seguramente nunca lo sabremos; forman parte de la inmensa complejidad del fútbol, de la parte que afecta a su condición humana, con sus luces y sus sombras, sus secretos y sus miserias…
Jordi Rojas, Girona.
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