Ya faltan menos de cien días para que comience el Campeonato Mundial de Fútbol de Brasil 2014, y la mayor preocupación de los organizadores se centra en las obras de los aeropuertos.
En 2004, Brasil y Colombia presentaron sus candidaturas para organizar el Mundial de este verano. Dos años después, Colombia se retiró de la pugna y Brasil quedó como única opción, que recibiría su correspondiente acreditación como sede del Mundial 2014 tres años más tarde.
Con siete años de antelación, los brasileños asumieron el compromiso organizador. En cuanto acabó el Mundial de Sudáfrica 2010 comenzaron los trabajos en los estadios y en las infraestructuras. Tal vez se podía haber comenzado con antelación, porque ya antes del comienzo del Mundial 2014, este se ha convertido en uno de los más polémicos: estadios sin terminar, temor a la oposición social al evento y sistemas de transporte –especialmente el aéreo- en entredicho son las debilidades que se señalan.
A los organizadores parece no caberles duda de que se alcanzarán a tiempo todos los objetivos previstos. Confían en que las manifestaciones populares en contra de la inversión realizada, de seguir adelante, tendrán un tono pacífico. Brasil es el país futbolero por excelencia y, llegado el momento, la totalidad de la población apoyará el acontecimiento, según esperan.
Esta es la segunda vez que Brasil organiza un Campeonato del Mundo. Ya lo hicieron por primera vez en 1950, el Mundial del ‘maracanazo’, del que todos los brasileños desean resarcirse este próximo verano.
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