Ayer se cerraron definitivamente dos nuevos grupos, el C y el D.
El plato fuerte de la jornada, obviamente el Italia-Uruguay, contó con acontecimientos de todos los colores.
Prandelli cambió el sistema de juego para esta jornada, saliendo con un 3-5-2 muy parecido a lo que nos tiene acostumbrados la Juve de Antonio Compte. Algo similar plantearon los charrúa; era evidente el respeto que se tenían ambas Selecciones.
En la primera parte, a pesar de que Uruguay dispuso de sus buenas ocasiones, parecía que la azzurra tenía bastante controlado el partido; la única dificultad era que Pirlo no se sentía muy cómodo en el campo, ya que los uruguayos supieron minimizarle muy bien. Pero, aparte de esto, se respiraba en el transcurso del partido que algo no iba bien en favor de Italia.
La segunda parte comenzó sin Balotelli, al que Prandelli sustituyó con buen criterio porque como muchas veces pasa con el jugador milanista, estaba fuera del partido, ya llevaba una tarjeta amarilla y había sospechas muy fundamentadas de que no iba a tardar mucho en ver la segunda cartulina. A la vez que iba transcurriendo el partido, los hándicaps se iban acumulando en contra de los italianos: la lesión de Verratti, la desafortunada patada de Marchisio que le costó la expulsión, la nula aparición de Cassano y lo peor del partido: el lamentable, grosero y despreciable mordisco de Luis Suárez a Chiellini, que no fue castigado.
En el ocaso del encuentro, un héroe llamado Godín metió un gol con la espalda que le dio a Uruguay el definitivo pase a octavos de final, donde se enfrentará a una gran Colombia que venció 4-1 a Japón unas horas más tarde.
Sobre el fracaso de Italia, me gustaría hacer dos menciones especiales. La primera es para Gianluigi Buffon, que hizo un partido descomunal a sus 36 años, rindiendo a un nivel muy alto; un crac de ese calibre no merece despedirse de los Mundiales tropezando como lo hizo Italia. Y la segunda y no menos importante es para el grandísimo Cesare Prandelli, cuyo trabajo no se ha visto para nada correspondido. No debemos olvidar que ha sido capaz de cambiar la filosofía arraigada del fútbol transalpino y ha demostrado tener personalidad, honestidad y valentía hasta el último segundo, y sin una sola razón más que la meramente resultadista dimitió del cargo minutos después de finalizar el encuentro. Allá donde quiera que vaya Prandelli tendrá mi admiración y mi máximo respeto.
El otro emparejamiento para octavos lo conformarán Costa Rica, que empató a cero con Inglaterra en un partido casi intrascendente, y Grecia, que consiguió el pase en el último suspiro frente a Costa de Marfil, en un choque dramático que finalmente metió a los helenos por primera vez en su historia en octavos de final de un Mundial.
Jose Rodríguez
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