Ayer, a las 21 h., todos los aficionados al fútbol españoles coincidíamos en reclamar el Balón de Oro para Sergio Ramos.
Un instante después, apenas comenzado el partido, en la primera intervención de Casillas, todos celebrábamos contar con el mejor portero de la historia.
Hora y media más tarde, casi todo el mundo se pasó al bando de quienes han tenido más presentes las descomunales primas ofrecidas a los jugadores españoles.
La Selección española era, hasta ayer, la primera en el ranking FIFA y la favorita para la mayoría de aficionados españoles. Pero nunca lo ha sido para los aficionados de otros países.
Seguramente los nuestros no llegaban en el mejor estado en ninguno de los aspectos: ni de ambición (advertido por el propio Del Bosque), ni físico, ni de liderazgo; el mejor portero de la historia vio quizá interrumpida su carrera hace dos años por un entrenador diabólico, un presidente cómplice y algunos compañeros intelectualmente poco avispados. Esos bajitos que nos introdujeron en la gloria en 2008 tienen ahora seis años más, lo cual supone muchísimo tiempo en la breve carrera de un futbolista.
La Selección española tiene mucho más que perder que ganar en Brasil estos días. La renovación imprescindible de un equipo histórico no solo no es fácil, sino que puede no ser posible. Los otros equipos también juegan. También se preparan. También progresan. También tienen ganas. Y también tienen sus problemas…
Ayer jugamos contra la Subcampeona del Mundo. ¿Cómo podía pensar alguien que ganar fuese fácil? Tan irreal era pensar que podíamos ganar cómodamente, como imaginar la humillación que recibimos.
Del Bosque sigue siendo el mejor seleccionador de nuestra historia y seguramente el más preparado para dirigir esta transición inevitable, este olvido de las máximas glorias y la reubicación entre los países que luchan por tener un buen puesto.
Y sí, a pesar de sus fallos de ayer, el final del temporada de Ramos le hace merecedor del Balón de Oro, y Casillas es el mejor portero de la historia. Aunque todo eso, unido, no sea suficiente para revalidar la Copa del Mundo.
Que ayer sea ya muy pasado, que nos devuelva al contacto con la realidad, y que ahora sepamos estar a la altura de Chile. No hay rival pequeño para los grandes… Y Chile no tiene nada de pequeño.
Juan Maroto, Córdoba.
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