El tren llegó en hora. La estación era Mestalla. La cita nada más y nada menos que la Final de la Copa del Rey. El partido, un clásico. No podía llegar el tren en mejor momento.
Bale es el jugador de los 100 millones de euros y eso pesa mucho. Aun así el tímido jugador galés nunca se ha escondido. Tampoco ha dado muestras de pesarle en demasía esa inmensa responsabilidad. Los números que presenta el jugador esta temporada son muy buenos, pero le faltaba una gran actuación, ese momento sublime que hiciera que el madridismo se enamorase del centrocampista de Cardiff. Y llegó cuando más lo necesitaba su equipo, en plena final de Copa. Cuando Marc Bartra consigue empatar y abocar el dramático partido a una prórroga, apareció el expreso de Cardiff.
En una carrera sin precedentes, en un sprint que lo pudiera haber firmado Usain Bolt, Gareth Bale marcó el gol de la victoria del Madrid sobre el Barça, un gol inolvidable que pasa a formar parte del elenco de los grandes goles de la historia del Real Madrid.
Gareth Bale, además de ser un magnífico jugador, es un buen muchacho. Así lo definió John Benjamin Toshack, quien le hizo debutar en la Selección de Gales. Solo le ha hecho falta creérselo en un gran partido, en un gran momento, y ese instante llegó cuando en esa prodigiosa carrera Bale ha pasado a ser ya conocido como el Expreso de Cardiff.
Usain Bolt, confeso madridista, ya ha afirmado que el mérito de la carrera del galés es ser tan veloz con una pelota cosida al pie.
Para la historia quedará una preciosa instantánea en la carrera de Gareth Bale despareciendo del terreno de juego para sortear a Bartra y volver a aparecer para marcar a Pinto. Fue el gol de un velocista, fue el gol del chico delos 100 millones, el gol del Expreso de Cardiff.
© Antonio Muelas, 2014 { [email protected] }
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