La organización de un Campeonato del Mundo de selecciones de fútbol fue una ambición compartida por muchos dirigentes a lo largo de la historia. Fue un abogado francés de nombre Jules Rimet (exjugador de fútbol y tercer presidente de la FIFA) el que después del congreso de la FIFA de Amsterdam en 1928 consiguió organizar el primer Campeonato del Mundo, que se disputó en Uruguay en 1930.
A propuesta de Rimet, el vencedor del campeonato se llevaría un trofeo que al mismo tiempo fuese una valiosa obra de arte. La copa, que tomó el nombre del propio Jules Rimet, fue encargada a un escultor francés llamado Abel Lafleur. Representaba a Niké (que no a Nike) diosa griega de la victoria, y estaba hecha de plata esterlina chapada en oro y lapislázuli. Se determinó que la selección que ganara el campeonato tres veces, aunque no fuera consecutivamente, podría conservar una copia de la misma en propiedad.
Robo en Inglaterra en 1966
Para promocionar la Copa del Mundo de Inglaterra 1966, la FIFA organizó algunas exhibiciones de la copa Jules Rimet a lo largo del país. Fue en una de ellas, realizada en el marco de una exposición filatélica en Londres, concretamente en el Central Hall de Westminster, el 20 de marzo de ese mismo año, cuando fue robada, a pesar de que se encontraba protegida por cinco guardias.
El estupor que causó el robo en todo el mundo fue mayúsculo, y a ello contribuyó la prensa británica, que convirtió la noticia en la historia del momento. Scotland Yard empezó las pesquisas de inmediato, pero no pudieron atrapar al ladrón antes de que éste pidiera un rescate de 15.000 libras esterlinas. El ladrón resultó ser un estafador de poca monta llamado Edward Betchley, que demostró una estupidez notable al no robar los sellos de la exposición, que eran mucho más valiosos que el propio trofeo, alrededor de tres millones de libras.
La policía tenía al ladrón, pero el trofeo seguía sin aparecer. Betchley se inventó una rocambolesca historia y dijo que no sabía dónde estaba el trofeo, que él era únicamente un intermediario… y sólo faltaban cuatro meses para el inicio de la competición.
¡He encontrado la Copa del Mundo!
El 27 de marzo, David Corbett salió de su casa en Norwood al sur de Londres para hacer una llamada telefónica desde el quiosco que había frente a su casa, con su perro Pickles, un chucho simpático y juguetón que vivía con él desde cachorro. En palabras del propio Corbett al diario The Guardian en 2006 “’Pickles atrajo mi atención hacia un paquete; estaba fuertemente envuelto en papel de periódico cerca de la rueda delantera del coche del vecino. Lo recogí, arranqué un poco de papel y vi a una mujer que sostenía un plato por la cabeza, y los discos con las palabras Alemania, Uruguay, Brasil. Corrí a casa a ver a mi esposa. Era una de esas esposas anti-deportivas, pero yo le dije: «¡He encontrado la Copa del Mundo! ¡He encontrado la Copa del Mundo!“.
La alegría de Corbett pudo tornarse en tragedia, ya que la policía enseguida sospechó de él como cómplice en el robo. Estuvo retenido y fue interrogado durante varias horas, hasta que finalmente su historia fue confirmada y puesto en libertad.
A partir de ese momento la prensa se hizo eco de la historia del perro Pickles, que se convirtió en una estrella internacional. Cuando la Selección inglesa ganó el trofeo, como premio Pickles fue invitado al banquete de celebración de la victoria, y se le permitió lamer los restos de los platos; su amo se llevó 6.000 libras de recompensa.
El trofeo Jules Rimet sin embargo no descansaría mucho tiempo, ya que fue robado de nuevo el 19 de diciembre de 1983, cuando fue sustraído de una exhibición en la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol en Río de Janeiro, pero esa es otra historia…
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