{ MARZO – SEMANA 4 }
Tras el clásico no se habla de otra cosa que las polémicas arbitrales o el hat-trick de Leo Messi, y se ha pasado por alto la actuación discreta pero estelar de un futbolista que tiene por costumbre no acaparar portadas ni titulares, aunque en esencia sea el mejor con diferencia.
En un tiempo donde el Barça parece algo desnortado apareció Andrés Iniesta.
Desde el pitido inicial del árbitro, el 6 del Barcelona comenzó su recital particular de fútbol con sus conducciones determinantes, sus movimientos entre líneas sin llamar la atención del contrario, sus jugadas combinadas inverosímiles… En sí, una batería de recursos que sólo estrellas como él pueden ejecutar.
Parece tímido, frío y, a veces, hasta frágil. Pero nada de eso. Cuando el balón cae en sus pies aflora un torrente descomunal del fútbol especial, sensible, distinto, puro…
Probablemente jamás tenga un balón de oro, ni aparezca en la primera página de los periódicos más importantes; no lo necesita…
Probablemente jamás tenga un balón de oro, ni aparezca en la primera página de los periódicos más importantes; no lo necesita. Iniesta está por encima de todas esas cosas.
En un partido que requiere el máximo de los más grandes fue capaz de marcar un golazo, asistir en otro, provocar un penalti y ser el auténtico líder del equipo durante los 90 minutos.
Una reflexión que cabría hacerse en este caso es qué ocurriría si este jugador hubiera nacido en Brasil, Italia o Argentina. ¿El mundo del fútbol le daría más valor?
Volviendo al clásico, el manchego quedó eclipsado por su compañero Leo Messi, que anotó tres goles, pero hay que decir que a todo aquel que sepa ver más allá, le resultará imposible no ver la luz de su estrella angelical, por muchos eclipses que tenga delante, porque Andrés brilla con luz propia. Iniesta es el sol del fútbol actual.
Jose Rodríguez
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