Final de la Copa del Mundo. España-Holanda. Johannesburgo, 21.38 horas. Arjen Robben se dispone a marcar el gol de su vida; el habilidoso extremo recoge un balón en la mitad del campo, otea el horizonte, ve superada la marca de Puyol y Piqué e inicia la maniobra. Solo queda un obstáculo, Iker Casillas. La carrera de Robben no admite otro destino que no sea el gol. Iker le espera, aguanta con la mirada mientras se va aproximando a Robben en esa maravillosa pugna delantero-arquero. El holandés conduce el balón a una velocidad endiablada, tiene toda la ventaja, levanta la cabeza y lanza el balón allí donde un portero nunca puede llegar. La secuencia queda detenida en el tiempo ante la mirada de millones de personas: Iker va cayéndose hacia el lado contrario de la dirección del balón, pero instintivamente saca la pierna izquierda despejando una pelota que tenía como fin la gloria. El capitán de la selección decidió con aquella magnánima intervención que esa gloria la merecía otro ángel, nacido en Fuentealbilla.
Luis Aragonés, Vicente del Bosque, Iker Casillas y Xavi Hernández completan el cuarteto más importante de esta generación de artistas que han dignificado el fútbol de la Selección española, hasta elevarlo a los altares de la historia del balompié.
La figura de Iker Casillas trasciende lo deportivo. En medio de aquella inmensa hoguera de las vanidades de la era galáctica, Iker levantó la voz y dejó claro a todo el mundo que su galaxia era un pequeño pueblo obrero del extrarradio de Madrid, apartándose de la soberbia y los egos de una concepción futbolística que el guardameta no entendía como suya. Casillas huye de la demagogia; no lo dice por quedar bien, no busca hacerse el simpático, habla de una forma llana para que todo el mundo lo entienda; es como un suspiro dentro del desamparo que en muchas ocasiones ha experimentado en la soledad el hombre que debe custodiar una portería que pesa mucho.
No ha habido un jugador que haya conectado tanto con los más pequeños como Iker Casillas; es su protector, su ángel de la guarda, el que les defiende cuando hay problemas. Cuando a los niños les empieza a gustar el fútbol ven en el portero del Real Madrid al superhéroe que evita los desastres, que impide goles imposibles, que estira las piernas y las manos con poderes mágicos e incluso destroza los balones para impedir un gol. En el imaginario de los niños es fácil entender que Iker Casillas sea su mayor ídolo.
Su faceta futbolística ha quedado completada con un ejemplo de honestidad en su comportamiento; no es fácil pedir perdón, y él lo hizo. La supervivencia de la mejor Selección de los últimos tiempos se consiguió porque una serie de personas buenas se unieron para jugar al fútbol. Ni siquiera la presencia de elementos ruines ha quebrado la armonía de este ejemplar grupo.
Después de un terrible clásico en donde las agresiones, insultos y actos antideportivos ejemplificaron lo que jamás debe ser el deporte, Casillas llamó a Xavi, de capitán a capitán, de blanco a culé, de amigo a amigo: ”Xavi no podemos seguir así, hay que parar esto”. No era momento de señalar culpables o inocentes, sino de elevar las miras y actuar con categoría. Iker y Xavi salvaron a la Selección de la quiebra, evitaron el final adelantado de un ciclo al que le quedaba todavía tiempo. Fue quizás la parada más difícil en la carrera de Iker, más incluso que la de Robben, y, lo que es más importante, fue el mejor ejemplo para los niños. Por eso Iker Casillas es un ángel de la guarda de toda una generación del fútbol.
© Antonio Muelas, 2014 { [email protected] }
Soy de los que sigue pensando que el balón de oro lo merecia xavi.
Si,balón de oro para Xavi y para casillas pero injustamente estos dos jugadores se retirarán sin ninguno
El mejor tributo que he leído sobre el mejor portero del mundo