Jugaba siempre con una sonrisa en la cara, y eso que su posición de zaguero no era la más indicada para ir de simpático sobre un terreno de juego. Luiz Edmundo Pereira (Juazeiro, Brasil, 1949) ha sido uno de los mejores líberos de la historia del fútbol mundial. Destacó en tres instituciones balompédicas como el Palmeiras, el Atlético de Madrid y la Selección brasileña; acudió con la canarinha al Mundial de Alemania disputado en 1974 y, aunque su papel fue discreto, pasó a formar parte del mejor once de la historia de la Pentacampeona del Mundo.
Pereira poseía una excepcional calidad técnica, una elegancia enorme para sacar el balón jugado desde su área; su exquisito trato con la pelota y su calidad innata para quitar el balón al rival le hacían recibir ovaciones del público, incluso el Bernabéu se puso en pie en una ocasión para ovacionar la sapiencia futbolística de un tipo que irradiaba felicidad con la pelota en los pies.
No era un jugador duro, pero si alguna vez tenía que imponer respeto y dar una patada, lo hacía. A Pereira le gustaba disfrutar con el fútbol y quería que la gente gozase viéndole jugar, pero siempre dentro de la ética de un hombre de principios, de un zaguero a la vieja usanza, de los que marcaban el territorio sin aplicar el más mínimo conato de agresividad o de violencia.
Luiz Pereira jugaba de líbero, por detrás de los defensas, haciendo las coberturas de los laterales y yéndose con el balón controlado; desde su zona de dominio galopaba con la pelota controlada hasta la portería rival, en ocasiones driblando a todo jugador que apareciera en su camino, hasta su objetivo final, la portería contraria. Su osadía fue objeto de numerosas broncas de su mejor compañero, Luis Aragonés, a quien después lo tuvo como entrenador, el mejor de su carrera, junto a Osvaldo Brandão, en su etapa en el Palmeiras.
Hay dos momentos mágicos en la carrera profesional de Pereira: el último título conseguido con el Palmeiras, donde tuvo un papel básico en la jugada del gol contra el Corinthians. Fue él quien robó el balón a Rivelino en el centro del campo; con una carrera prodigiosa se fue al ataque, pasándole al punta Jair Gonçalves para que Ronaldo consiguiera el gol de la victoria. Eso marcó la historia de Palmeiras y ayudó también a Luiz Pereira a ser un ídolo en la seleção, en la cual se estrenó en junio del 1973, en Túnez.
El otro momento mágico tuvo lugar el 15 de mayo de 1977 en el Santiago Bernabéu, donde el Atlético de Madrid conquistó el título liguero frente a su máximo rival, el Real Madrid. Ante cien mil seguidores, Luiz Pereira comandó al fantástico equipo que doblegó a la escuadra blanca en su propio templo. Fue aquel día cuando Luiz transcendió al Olimpo rojiblanco.
En el próximo Mundial, Luiz será un torçedor de la Roja y un seguidor de la Canarinha, porque sus patrias son dos, España y Brasil. Como dos son sus equipos, el Palmeiras y el Atlético de Madrid, y como dos son sus pasiones, la vida y el fútbol. Siempre con una sonrisa en la cara, viejo maestro, gracias Luiz por existir.
© Antonio Muelas, 2014 { [email protected] }
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