El Real Madrid se está convirtiendo en un devorador de mitos, esquilmando trayectorias y currículums de auténticas instituciones balompédicas que han ayudado a engrandecer la leyenda del club más grande del mundo. Raúl, Hierro, Vicente del Bosque, han sido víctimas de esta costumbre cainita de los últimos tiempos.
Y ahora hay que sumar un nombre más: el del jugador que ha conseguido levantar en tres ocasiones la Champions League y que hasta hace poco era una referencia fabulosa de los valores del club. Iker es silbado injustamente. Todos sabemos que no está pasando por su mejor momento, pero en el partido ante el Atlético una parte del público comenzó a abuchear al capitán a raíz del gol de Tiago en el que Casillas no tuvo ninguna culpa.
Iker está pagando el odio y el resentimiento que dejó la etapa mourinhista en el Madrid; los efectos secundarios de tan duro castigo los está pagando muy caros el club de Concha Espina. La división es patente, y la fractura social amenaza la estabilidad de un club que por su grandeza necesita serenarse para funcionar correctamente.
El presidente del Real Madrid ha dado un paso valiente, que es expulsar al grupo Ultra Sur de los graderíos del Bernabéu. Florentino lo está pagando con pancartas, amenazas e insultos de este grupo de radicales. Tampoco hay que olvidar que ese grupo bajó al terreno de juego del Bernabéu en la despedida de Mourinho para entregarle una placa al técnico portugués; normal: si no hubiera sido entrenador estaría con ellos.
El club necesita normalidad, naturalidad, equilibrio, y mira que Ancelotti lo había conseguido, pero de nuevo hay que partir de cero.
Es prácticamente imposible que haya normalidad cuando un jugador de la categoría de Iker Casillas es tratado de forma tan injusta, pero así es el Real Madrid para lo bueno y para lo malo.
© Antonio Muelas, 2014 { [email protected] }
FÚTBOLSELECCIÓN no publica comentarios ofensivos ni de mal gusto.