A los aficionados al fútbol españoles hay dos cosas que fundamentalmente les preocupan de los árbitros. No se trata de si hacen mejor su trabajo, si son correctos indicando las faltas y los fueras de juego, si son polémicos, caseros o no. Nada de eso. Las dos cuestiones fundamentales son: ¿Por qué se les llama por sus dos apellidos? y ¿por qué tienen esos apellidos tan raros?
A lo primero, en España nos parece normal que a los árbitros se les llame por sus dos apellidos; sin embargo esto no es así en otros países del mundo. La razón de esto hay que buscarla, como siempre, en la historia.
En los últimos años de la dictadura franquista había un árbitro que se llamaba Franco, concretamente era un colegiado murciano, Ángel Franco Martínez. Como errare humanum est, el colegiado algunos domingos no estaba muy afortunado, y lógicamente los lunes, entre los medios de comunicación y las tertulias de bar se ponía a caldo a Franco. “Franco lo hizo muy mal», «¡Qué malo es Franco!» y «Franco no vale para nada» eran algunas expresiones que daban pie a segundas interpretaciones, que la censura imperante en aquellos años no estaba dispuesta a dejar pasar. A partir de entonces, el bueno del colegiado Franco pasó a llamarse Franco Martínez, y esa tradición se ha mantenido así hasta nuestros días.
En cuanto al segundo interrogante, a todos nos vienen a la cabeza esos nombres tan raros como Undiano Mallenco, Mateu Lahoz, Teixeira Vitienes, Guruceta Muro, Iturralde González, Brito Arceo, Urizar Azpitarte, Mejuto González y un larguísimo etcétera.
¿Es que no hay ningún colegiado famoso que se llame por ejemplo ‘García Pérez’? Pues sí, hay un árbitro de Primera División que se llama Hernández Hernández. Será la oveja negra de los colegiados españoles, por su vulgar apellido. En cualquier caso el misterio permanece y cada año se incorporan nuevos árbitros con sus apellidos extraños.
FÚTBOLSELECCIÓN no publica comentarios ofensivos ni de mal gusto.