A tres meses de que comience el Mundial, la Selección española volvió a dar una lección de fútbol asociativo, solvencia y autoridad, al ganar a Italia por un gol a cero. La escuadra azzurra fue testigo pasivo de un nuevo repaso español, algo a lo que se está acostumbrando en los últimos tiempos, tras la exhibición española en la histórica final de la Eurocopa de Ucrania y Polonia.
El descaro de Pedro eclipsó el discreto pero interesante debut de Diego Costa. Andrés Iniesta se unió a la fiesta con su particular sweet, que hizo bailar a un gélido Vicente Calderón que agradeció el festival del manchego con una espectacular ovación tras ser sustituido.
David Silva fue el exponente de lo que supone el fútbol asociativo para una Selección que se nutre de este hermoso concepto futbolístico y que lo ha convertido en su verdadera marca; su salida en la segunda mitad fue fundamental para que el equipo se moviera. En todas las jugadas siempre aparecía un toque del mediocentro del Manchester City, una pared, una asistencia, un taconazo, el penúltimo pase, el que le llega al delantero antes de marcar… fue todo un repertorio de clase futbolística.
España fue creciendo a lo largo del partido. En la primera parte se encontró un tanto cohibida, pero en la segunda de soltó y volvió a jugar como siempre. Ayer daba la sensación de que podía escucharse desde el cielo del Calderón la voz de Luis Aragonés diciendo a sus muchachos a modo de mantra: “toque, toque, toque…”, porque España sigue presentando el mismo fútbol que inauguró el ayer homenajeado ex-seleccionador.
Diego Costa tuvo un debut aceptable, pero nunca llegó a sentirse cómodo; se nota que le falta adaptarse a un sistema muy diferente al que juega con el Atlético. La obsesión del hispano-brasileño fue la de ofrecerse, la de moverse para facilitar segundas jugadas, pero se olvidó de buscar el disparo, de tratar de tirar a portería. Necesita acotar su espacio vital en el terreno de juego, negociar con Del Bosque sus funciones, su porción dentro del área, su rol dentro de un equipo en el que no se puede alterar nada. En todo casi no cabe ninguna duda de que es un jugador que le va a dar a España otras formas de jugar, variantes que en el Mundial pueden ser decisivas.
Lo de Pedro fue extraordinario. El canario está tocado por una varita mágica, su despliegue físico ayer fue portentoso. Se ha convertido en uno de los fijos de Vicente del Bosque porque no para de moverse durante todo el partido; es una máquina, un jugador generoso que se adapta como un guante a la forma de jugar de España.
A falta de muy poco para que comience el Mundial, la mejor noticia es que España llega muy bien a esta cita, sigue siendo fiel a sí misma, no se ha apartado ni un milímetro de su forma de concebir el melodioso juego de toque, no hay ni un ápice de retroceso, todo lo contrario, tenemos un equipo que invita a soñar, invita al derecho del aficionado a la ilusión, que ya es mucho.
© Antonio Muelas, 2014 { [email protected] }
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