En el legendario estadio de Wembley se disputaban los cuartos de final de la copa del mundo de 1966 entre Inglaterra y Argentina. En el minuto 33 el árbitro alemán Rudolf Kreitlein señala una falta de Roberto Perfumo; el jugador argentino comienza a protestar, y el colegiado anota una amonestación; no era la primera del partido para los argentinos.
Todo podía haber continuado con normalidad, si en ese momento Antonio Ubaldo Rattin ‘el rata’, no hubiera tomado el protagonismo que su rango de capitán de Argentina permitía. Señalando su brazalete de capitán pidió explicaciones al árbitro, que lo miraba sin entender nada, ya que ni Rattin hablaba alemán ni el colegiado español.
Tres minutos después, en el 36, Rattin era expulsado por el árbitro, “Me miró con mala intención. Por eso me di cuenta de que me había insultado”, aseguró posteriormente. Pero ‘el rata’ no estaba dispuesto a irse del campo tan fácilmente. El partido estuvo parado durante diez minutos, en los que Rattin deambulaba por el campo con lentitud; los jugadores argentinos e ingleses se empujaban, los 90.000 hinchas ingleses que abarrotaban las gradas de Wembley abucheaban de forma ensordecedora.
El partido estaba a punto de ser suspendido, pero finalmente Ken Aston, que en aquel momento era miembro de la Comisión de Árbitros, acompañado por un intérprete y la policía, acompañó a Rattin fuera del campo. En el trayecto Rattin se encaraba con los hinchas ingleses, les mostraba su camiseta y, para colmo, al pasar por una esquina del campo estrujó un banderín de córner que llevaba la Unión Jack británica.
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“Animals, animals”
Aquel gesto de Rattin terminó de enloquecer al público que, al grito de “animals, animals…”, comenzó a lanzar todo tipo de objetos al campo. Para finalizar su actuación, Rattin se sentó durante varios minutos encima de la alfombra roja que estaba destinada a la Reina Isabel II y que se extendía desde el campo hasta el palco. El partido terminó con derrota de Argentina por 1-0 con gol de Hurst.
En aquellos tiempos las amonestaciones las realizaba el árbitro verbalmente, por eso en ocasiones ni el público ni los propios jugadores se enteraban de que habían sido amonestados. Además, como ocurrió en este partido, estaba la barrera del lenguaje. De hecho en aquel mismo partido, según la prensa inglesa, los hermanos Charlton habían sido amonestados por el árbitro, pero ni los espectadores, ni si quiera el propio entrenador inglés Alf Ramsay, se habían enterado.
Pensando en el problema de las amonestaciones, Ken Aston se dedicó a estudiar todas las posibilidades que se le ocurrían. Finalmente, como casi siempre ocurre con las ideas geniales, la solución le llegó en un momento inesperado. “Mientras conducía por la calle Kensington de Londres, el semáforo se puso en rojo y pensé: ‘Amarillo’, puedes aún pasar; ‘Rojo’, alto, fuera del terreno.”
Habían nacido las tarjetas amarilla y roja que tantas polémicas, discusiones, titulares, noticias, y tertulias han dado al mundo del fútbol.
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