Alemania consigue su cuarta estrella tras un largo proceso de cambios en su fútbol
Parece que fue ayer cuando el 12 de junio se dio el pistoletazo de salida a la Copa del Mundo de Selecciones. Sin darnos cuenta, y a pesar de la pobre imagen de fútbol que hemos presenciado, hace dos días que Alemania levantaba la Copa que le acredita de forma justa e incontestable como Campeón del Mundo.
No podía ser de otra manera. Ha sido la única Selección capaz de plantear argumentos convincentes para ser la número uno. A punto estuvo Argentina de haber protagonizado un episodio más de injusticia en el fútbol, si hubiese ganado la Final; bastante tuvimos ya con el fallo, y nunca mejor dicho, de otorgar el premio a Messi como mejor jugador del Mundial.
Desde que tengo uso de razón, este es el sexto mundial que llevo siguiendo; EEUU 1994, Francia 1998, Corea y Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y el presente Brasil 2014. De los seis, el que acaba de echar el telón ha sido con mucha diferencia el peor de todos. Futbolísticamente ha sido devastador. Al comienzo de cada partido se podían atisbar una serie de miedos y complejos, que a la postre han supuesto partidos soporíferos e impropios de una Copa del Mundo a la que se supone que han llegado las mejores Selecciones.
No hay más que ver que, de las cuatro Selecciones semifinalistas, una de ellas fue humillada tanto en la propia ronda de semifinales como en la final de consolación, y otra, Argentina, sin saber cómo porque apenas ha presentado argumentos futbolísticos aceptables, se ha plantado en toda una Final; cual vieja Italia acababa siempre en las rondas más altas a trompicones.
Casi todos los equipos salían al campo con temor a encajar gol; era la premisa más notoria; primero, no encajar, y después ya veremos lo que pasa. De ahí que se llegara tantas veces a la prórroga y a los penaltis en la mayoría de casos, con el doble rosco en el marcador.
Otro aspecto que ha llamado también la atención es la falta de forma física de muchos de los combinados; y es que en un mundo como el del fútbol profesional, tan frenético y exigente, lo más probable es que no termine de ser muy conveniente disputar el evento futbolístico más importante en la curva descendente del estado físico de los futbolistas. Seguramente aquellos que ya venían defendiendo esta idea, seguirán preguntándose si los meses de junio y julio son las fechas más indicadas para disputar un Mundial, cuando se está en pleno ocaso de la temporada.
Jose Rodríguez
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