Lisboa va a coronar el sábado al Campeón de Europa. Por primera vez en la historia de este prestigioso torneo, la Final la van a disputar dos equipos de la misma ciudad; Madrid tendrá un Campeón. Puede ser la décima Copa de Europa para el Real o puede ser la primera para el Atlético. Es difícil pronosticar un resultado o aventurar quién llega con más opciones de proclamarse Campeón, pero sí es verdad que las inercias de ambos equipos difieren diametralmente, hasta el punto de que las apuestas han revertido su tendencia y dan como favorito al Atlético.
El equipo de Simeone viene de ganar la Liga, de hacerlo además a lo grande, en el estadio del Barcelona, culminando un apoteósico trabajo que ubica al técnico argentino como el jefe de la tribu más fiel que se ha visto en mucho tiempo en el mundo del fútbol. Físicamente está en la reserva, al igual que el Madrid, pero, a diferencia del cuadro blanco, el Atlético está sobreviviendo por la cabeza, el espíritu y el alma; las piernas obedecen a las mentes que tan ilustremente ha inspirado su líder espiritual, que, ahora mismo podemos decirlo, es el mejor entrenador del mundo. Porque ‘el Cholo’ cautiva a los suyos, hace un grupo humano que juega para el colectivo; es la quintaesencia de la competitividad, el paradigma de la lucha por objetivos, el buscador de sueños, el conquistador de ilusiones, el genio del banquillo. El Atlético no tendrá el sábado en Lisboa a su figura en el terreno de juego, Diego Costa, pero lo suple teniendo a su líder natural en el banquillo para la tranquilidad de la parroquia colchonera.
Necesitamos más simeones y más ancelottis, porque son buenos para el fútbol
En la otra acera están los blancos implorando a la diosa Cibeles que les conceda el eterno sueño de la décima, una petición que se ha convertido en una especie de mantra para el madridismo, con el peligro de pasar a convertirse en una agobiante obsesión. El problema para el equipo merengue es que desde que realizara el apoteósico partido de Múnich, ha ido cayendo en desgracia, su tono físico es paupérrimo y su estado de ánimo, preocupante. Se despidió de la Liga de mala manera con dos empates ante Valencia y Valladolid y una derrota en Vigo ante el Celta, y además ha ido perdiendo efectivos importantes de cara a la Final. Son serias duda Pepe y Benzema, mientras que Cristiano no llega al ciento por ciento de sus posibilidades; de hecho el astro portugués tuvo que retirarse antes de que comenzara el último partido de Liga ante el Espanyol al sufrir molestias. Todo ello genera dudas en un equipo que, como el Atlético, está dirigido por un maestro como Carlo Ancelotti, quizá menos carismático y con menos carácter que Simeone, pero con una dosis de cordura, de sentido común y de normalidad que contagia serenidad a sus jugadores. Y si algo necesita un club tan complicado como el Madrid, es serenidad, y ese es el plus que le va a otorgar el técnico italiano.
Es la primera Final de la Champions que recuerde en donde me voy a fijar más en los banquillos que en el terreno de juego; es una Final que, por las circunstancias en la que se llega, los dos entrenadores van a tener una importancia absoluta en el desenlace del encuentro.
Necesitamos más simeones y más ancelottis, porque son buenos para el fútbol, son buenos para la sociedad y son buenos para inculcar valores positivos a los más jóvenes.
Que gane el mejor. Madrid es una gran capital y por justicia tendrá un equipo Campeón de Europa. Es un orgullo para esta ciudad que el planeta entero esté observando lo que hacen dos clubes madrileños, dos instituciones que aglutinan tanta historia y tantos sentimientos, desde el antiguo Metropolitano hasta Chamartín, pasando por el lujoso Santiago Bernabéu y la caldera del Vicente Calderón. Años de historia, de partidos, de enfrentamientos, de fiestas, de tertulias, resumidos en un momento, cuando el sábado a las 20.45 ruede el balón en el Estádio da Luz de Lisboa. En ese momento podremos gritar ‘¡De Madrid, al cielo!’.
© Antonio Muelas, 2014 { [email protected] }
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