{ MAYO – SEMANA 1 } Se define a sí mismo como un defensa con alma de delantero. Parece estar tocado por una varita mágica. El último tramo de competición está siendo para Sergio Ramos digno de absoluta admiración.
Se le podrán reprochar muchas cosas, pero es todo corazón; no se asusta ante nada y ante nadie y, cuando en el equipo todos padecen el síndrome de los brazos caídos, ahí está Sergio con su fuerza y su ímpetu para defender y dignificar una camiseta y un escudo históricos dentro del deporte mundial.
En estos tiempos donde el fútbol se ha alejado de su lado más puramente deportivo y emocional, Ramos es de esos pocos jugadores que son sensibles a lo que supone enfundarse una camiseta.
Lleva cinco goles en cuatro partidos a cada cual más importante, sobre todo, los dos que anotó en el Allianz Arena, el histórico templo maldito para el Real Madrid. Los recursos de sus goles han sido variados: rematando de cabeza, incorporándose desde atrás… Su autoconfianza es tan grande que incluso se permite anotar de falta directa sin nada que envidiar a Cristiano Ronaldo.
Sería un sueño que el central madridista llegase a Brasil en tal estado de forma, ya que daría un impulso cualitativo al conjunto de Vicente del Bosque.
Estoy más que seguro que, en lo que resta de temporada, las opciones de gloria para el Real Madrid pasan por el filtro del sevillano, que ahora más que nunca debe ejercer de capitán.
Jose Rodríguez
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