Tito Vilanova nos ha dejado; se lo ha llevado el cáncer que padecía en la glándula parótida y que le fue detectado hace tres años. Ha sido una lucha dura que Tito ha llevado con la dignidad que le ha acompañado a lo largo de su vida.
Nació en el Empordà, y eso marca carácter. Hijo de un pagés, siempre le acompañó el seny tanto en su vida personal como en su faceta profesional. Nunca tuvo una mala palabra, un mal gesto hacia nadie. Encajaba la derrota con sabiduría y recibía la victoria con humildad. Un hombre bueno, de la estirpe de esa gente que tan poca queda en el fútbol.
Fue el segundo entrenador de Guardiola en la época triunfante del Barça; era parte de la materia gris de aquel equipo único que maravilló al mundo.
Con Pep disponía la estrategia; incluso era el encargado de preparar aquellos vídeos tan excepcionales que buscaban motivar a los jugadores. Inolvidable la canción que se convirtió en el himno oficioso del equipo, ‘Viva la vida’, de Coldplay, que eligió Tito.
era parte de la materia gris de aquel equipo único que maravilló al mundo
Lamentablemente Tito y Pep acabaron distanciándose, aunque una última visita de Guardiola antes de Navidad volviera a acercar a los dos.
Cuando Pep se marchó, la Junta Directiva que presidía Sandro Rosell le encomendó continuar con el proyecto. Aquella temporada el Barça ganó la Liga igualando el récord de 100 puntos que ostentaba el Real Madrid. Fue un año difícil; en plenas Navidades Tito tenía que dejar temporalmente el banquillo del Barça para viajar a Nueva York para tratar una complicación generada por la enfermedad. Aun así pudo llegar a tiempo para concluir de forma exitosa aquella campaña.
Sin embargo, el peor momento llegó en el verano del 2013. En plena pretemporada y planificando el equipo del Barça, los médicos que le trataban le daban la peor de las noticias: debía dejar toda actividad profesional y dedicarse única y exclusivamente a tratar su dolencia. Era una forma sutil de decirle que la enfermedad le iba venciendo. A partir de ese momento Tito se refugió en su familia, su esposa Montse y sus hijos Carlota y Adrià, y sobrellevó los últimos tiempos con dignidad y entereza.
El mundo del fútbol llora la muerte de este hombre digno, de un buen entrenador, pero, lo que es más importante, de un gran ejemplo que dignificó como pocos el fútbol.
Hasta siempre, Tito.
© Antonio Muelas, 2014 { [email protected] }
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