En los años 70 el fútbol africano era un perfecto desconocido para la mayoría de aficionados de Europa y América. No había muchos jugadores africanos en las grandes ligas, no existía Internet ni las antenas parabólicas con montones de canales de fútbol.
En ese contexto, la clasificación de Zaire para la fase final del Mundial de 1974 que se celebró en Alemania, fue un verdadero hito en la historia del fútbol. Se trataba del primer país del África negra en clasificarse para disputar una fase final del Mundial.
Aunque su participación en este Mundial no fuera muy meritoria y casi nadie conociera a ‘los Leopardos’, como se les llama en el ámbito futbolístico, eso no quiere decir que fueran una mala Selección. De hecho, ese mismo año se habían proclamado Campeones de la Copa Africana celebrada en Egipto.
Hechiceros y ministros
El equipo estaba dirigido por el yugoslavo Blagoje Vidinic, y ya en la fase de clasificación se vio que la participación de Zaire en el Mundial no iba a pasar desapercibida. En el último cruce contra Egipto, Zaire se clasificó por incomparecencia de su rival en el partido de vuelta. El partido de ida había sido tan polémico que Egipto decidió no presentarse a jugar el segundo encuentro.
En el Mundial de Alemania, Zaire estaba encuadrada en el grupo B junto con Yugoslavia, Escocia y Brasil. En el primer partido contra Escocia, perdieron por 0-2 pero, pese a la derrota, realizaron un partido muy digno.
El siguiente partido tenía que enfrentar a Zaire contra Yugoslavia. Como ya hemos comentado, el entrenador de Zaire era el yugoslavo Vidinic, que expulsó de la concentración a una serie de personajes que decían ser hechiceros, los cuales lo habían acusado de favorecer a su país natal. Con hechiceros o no, lo cierto es que ese encuentro pasó a la historia como una de las mayores goleadas en un Mundial, al caer de lado yugoslavo por 9-0.
El encuentro, además, fue muy accidentado. En el minuto 18 Zaire ya perdía por 3-0; cuenta la leyenda que el Ministro de Deportes zaireño ordenó al entrenador que sustituyese al portero titular Kazadi. Nada más salir el portero suplente Tubilando Ndimbi, gol de Yugoslavia; los zaireños reclaman fuera de juego, rodean al árbitro, protestan… el resultado es la expulsión de N´Daye tras agredir al colegiado. Sin embargo, N´Daye nunca agredió al árbitro; fue su compañero Mwepu el que lo hizo, e incluso lo reconoció ante el mismo colegiado, que en lugar de rectificar se mantuvo en su decisión y mandó a N´Daye al vestuario.
En el último partido contra Brasil y ya eliminados, los zaireños volvieron a perder por 3-0. El partido era de vital importancia para Brasil, que tenía que ganar como mínimo por 3-0 para clasificarse para la siguiente ronda.
Jugada para la historia
Aquel partido dejó una jugada para la historia, también con leyenda incluida.
Con 3-0 para los brasileños, el árbitro pita libre directo contra Zaire. Los brasileños se preparan para lanzarlo y se reúnen alrededor del balón mientras el árbitro coloca la barrera. Casi todo listo; Rivelino que se dispone a lanzar la falta, pero justo antes de hacerlo, un jugador de Zaire sale de la barrera como una bala y patea el balón con tanta fuerza que casi deja sin cabeza al propio Rivelino. Se trata del número 2, Ilunga Mwepu, un jugador experimentado considerado por muchos como uno de los mejores futbolistas africanos de todos los tiempos, elegido en el equipo ideal africano del siglo XX.
Aquella extraña acción marcó a Mwepu durante toda su vida. Muchos comentaristas de aquella época dijeron que Mwepu no conocía las reglas, algo absurdo teniendo en cuenta el bagaje deportivo tanto de la Selección zaireña como del propio Mwepu. La versión de Mwepu es totalmente diferente, y quizá cuadra con la situación política de su país en aquellos tiempos: “La guardia de Mobutu nos encerró en el hotel y nos amenazó con no dejarnos regresar si perdíamos por 4-0”. La acción de Mwepu desconcentró tanto a Rivelino que el balón terminó en las nubes. Resultado final 3-0, y los zaireños volvieron a casa…
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